sábado, 24 de mayo de 2008

"Encuentros Cercanos del Tercer Frito"

Por: Tim Briceño Torrenegra

Ese viernes como cualquier viernes por la noche, de cualquier mes, nos encontrábamos sentados en la sala de un apartamento cinco hombres; 2 solteros, 2 comprometidos, y uno casado.
Era la sala del apartamento de Andrés, quien ese viernes recibía grado de abogado.
No hubo fiesta, pero la familia se reunió para felicitarlo y los amigos mas allegados a el decidimos acompañarlo en esa fecha importante para el.
Entre cervezas, que cada vez que Andrés las traía de la cocina y luego destapaba, brindábamos y al unísono decíamos " Por lo que ha de venir", la conversación fluía de un tema a otro, y pasábamos de hablar de política a religión, o de fútbol a teléfonos celulares.


Cuando para entrar ya en el tema en el que todos los hombres nos creemos duchos y bien experimentados, osea sexo, abordamos el tema de las presentadoras de la sección de farándula en televisión. Ya habíamos dicho que la presentadora del medio día era un desastre total, pero que la de las 7 de la noche estaba muy rica, y que la de de los fines de semana tenia cara de muñeca rusa.
De repente, sin darnos cuenta, fuimos interrumpidos por una mujer que nos preguntó en un tono muy delicado y casi inaudible:
¿Desean Comer deditos o bolitas de carne?
Enseguida todos clavamos la mirada en la cara de aquella mujer que nos invitaba a degustar algo de comer, mientras sostenía una bandeja de pasabocas con ambas manos.Todos tomamos algunos deditos y bolitas de carne con una mano, mientras con la otra mano sosteníamos la cerveza, y luego levantamos la mirada de la bandeja y la dirigimos de nuevo a la cara de aquella mujer dándole las gracias, a lo que ella respondía con una sonrisa en sus labios.

Mientras aquella joven, de no mas de 22 años según mis cálculos, se retiraba de nuestra presencia para seguir repartiendo pasabocas a los demás asistentes, no pudimos evitar verla como se alejaba y de paso como buenos hombres , mirar sus piernas y su trasero.

-- Que culazo el que se manda su "coima" Andrés-- Alcanzó a decir Víctor sin quitar su mirada de aquella parte elogiada.

--¿Andrés esa es su "Muchacha"? -- Preguntó Eduardo, añadiendo a su pregunta de inmediato: "¡está muy buena!"

-- Si ella es Doreidys. Tiene 15 días aquí. Y si... Aguanta mucho.

De ahí en adelante la conversación se volvió monotemática y los nombres terminados en "ys" como Dubys, Hasbleidys, Yuranys, Nely, Marlys, Bleidys, Usnavys, empezaron a aparecer en la conversación con mucha frecuencia, así como las derivaciones despectivas con que también se le conoce a las encargadas de la zona alimentaria y de aseo en muchos hogares de Colombia, no se hicieron esperar.

El más común en escuchar es "La muchacha del Servicio", pero también se les conoce como, Sirvientas, Coimas, Mantecas, Guisas, Quecas, Chachas, Cachifas, y otros términos que ahora no recuerdo de aquella conversación.
La tertulia empezó a tomar forma de monologo, pues Víctor no paraba de hablar de sus experiencias sexuales con muchachas del servicio. Cuando pensé que Víctor terminaba aquel discurso, Miguel y Eduardo contaron sus guardados de adolescencia. Andrés escuchaba y se reía igual que yo, de lo que oíamos de nuestros amigos que nunca habíamos sabido de sus vidas.

Luego Andrés se uniría a ese coro de "Encuentros Cercanos del Tercer Frito" como los bautizó esa noche Víctor.
Allí sentado escuchándolos me di cuenta del papel “casi” fundamental, que juegan en la iniciación de la vida sexual de los hombres, las muchachas del servicio.
En mi caso, no había tenido nada que contar, pues cuando adolescente, mamá siempre se había encargado de las cosas del hogar. Así que no había la necesidad de una muchacha. Ya mayorcito nunca me gustó eso de fijarme en ellas, pues siempre he contado con buena suerte en tener una novia, y nunca me puse a la tarea de acudir a una de ellas ante alguna urgencia hormonal.
Pero mi caso no era igual al de los otros cuatro. De aquel cuarteto dos habían tenido su primera relación sexual con las muchachas que había en su casa por ese entonces a eso de los 13 y 15 años.

Víctor contaba que al llegar a su casa después de salir del colegio, y encontrar que sus papás se encontraban en sus respectivos trabajos, el se quedaba bajo el cuidado de "Mireya" (agrega él que en esa época tenían nombres normales, y no como los "ys" de ahora). "Yo me le metía a su pieza a molestarla, y ella al comienzo se negaba, hasta que en una calurosa tarde ella me volvió hombrecito", decía Víctor con una cara muy seria, seguida de una fuerte carcajada.

"Yo en cambio ni me le insinuaba a la de mi casa. Pero un día sin querer la vi cambiándose de ropa en su cuarto, y pude ver que tenía unos senos enormes. Eran los senos más grandes que había visto yo a esa edad. Yo se los había visto a mis hermanas, pero aquellos eran unos pechos descomunales”.
“Cierto día mi obsesión por aquellas tetas fue tan grande como ellas, que me robé un brasier de su cuarto, y por una semana cada vez que me masturbaba tenia el brasier en mi mano lo observaba y luego lo ponía en mi nariz. Ella a los días, arreglando mi ropa, lo descubrió”.
“Una tarde mientras yo hacia las tareas del colegio, ella se metió a mi cuarto, y cerró la puerta. Me asusté tanto al verla, que me levante de la silla donde estaba, de un brinco. Se acercó y me miró con cara de rabia y me dijo: "¿Tu que hacías con mi brasier en tu gaveta?

Yo no podía musitar palabra alguna. Ella me volvió a preguntar. Y yo nada que respondía. "¿Es que acaso te gustan mis tetas?". Yo seguía inmóvil. "¡Dime algo pelao pajero!" me dijo alzando su tono de voz. De repente ella empezó a desabotonarse su camisa, y luego su sujetador mientras quedaban al descubierto frente a mí aquellos enormes senos.Casi me muero allí de pie. Luego ella como seguía allí viéndome petrificado, se acerco mas a mi, levantó su brazo, pensé que me iba a dar una cachetada pero lo que hizo fue poner su mano detrás de mi cabeza y me dijo en un tono maternal: "¿Te gustan?".
Pregunta a la que yo deje escapar el monosílabo mas nervioso de mi vida:"S-s-s-i-i-i" Luego ella sonrió, tomó mi cabeza y puso mi cara entre sus enormes y hermosos pechos. Lo demás es historia patria" Relató Miguel con cara de nostalgia y satisfacción.

Empezaron ya a aparecer las historias, cuentos y casos ya de amigos, papás, tíos, primos y conocidos que también alguna vez "tropezaron a la Manteca".Historias como la del señor que se lo cogió la esposa "echándose a la muela a la muchacha", que es el de los cuentos mas comunes. O la de la "muchacha" que no pudo pasar las fiestas de navidad en su pueblo con su familia, y sola y triste en su pieza termina “dándoselo” de aguinaldo al jovencito de la casa.
O como el caso del amigo de Andrés que se acostaba con la sirvienta y la preñó, y como el sabia que el papá también se acostaba con ella, el pelao la convenció para que ella se lo achacara al papá.

Uno más. La familia ultraconservadora en la cual el joven de la casa dejó embarazada a la muchacha, y como ellos condenaban el aborto, lo hicieron casarse con ella a la fuerza y tener el niño, pero que hoy son una pareja feliz.

Y que decir de las muchas historias que nos podrían contar los celadores y jardineros de algunos conjuntos cerrados y casas pudientes (y no pudientes también).
Alguna vez Aquilino, el celador de mi conjunto me comentaba, mientras compartíamos un buen Marlboro, lo chévere que el la pasaba con las "guisas". Me decía que a el en su turno, nunca le faltaba la comida, y que un medio día contó cuatro platos distintos de almuerzos, y que solo se pudo comer dos. También habla sobre lo generosas que pueden llegar a ser al salir a pasear con alguien que les guste. Aquilino dice que si tú te portas bien con ellas, no te piden nada a ti. Es más, ellas corren con todos los gastos, así sea que vayan en plan moteleada, y que hasta se pueden gastar toda la quincena contigo si les gustaste demasiado.

En fín, un sin numero de historias se han contado, teniendo como base a estas mujeres, que muchas veces son explotadas por sus patrones, quienes tampoco las afilian a una entidad prestadora de servicios de salud y que en ocaciones tambien llegan a ser maltratadas fisicamente, y ellas no dicen nada por el solo hecho de ganarse un salario que muchas veces no llega al sueldo minimo que esta establecido por el gobierno de este pais.

Tratemos de no mirarlas con esa indiferencia que muchas veces lo hacemos, y brindemosles un trato digno, pues al fin y al cabo solo cumplen un oficio mas con el cual tratan de subsistir, como cualquiera de nosotros, en este mundo inmundo.