lunes, 19 de enero de 2009

Cuento de Año Nuevo... (Segunda Entrega)



(Para saber como comenzó esta historia, favor dar click aquí)

...Pasaban los minutos, y en mi mente me decía que estar dentro del taxi no ayudaría en nada a que la fila de autos delante de mí comenzara a moverse, así que me decidí a bajar del auto y fumarme un cigarrillo.

Abrí la puerta del taxi, salí y la deje abierta. De mi chaqueta saqué el paquete de cigarrillos. Tome uno lo lleve a mi boca, lo encendí y aspire la primera bocanada de humo, como si fuese la panacea a la impaciencia que embargaba mi cuerpo.
Me senté a fumar en el bulevar que divide la calle. Aspiré de nuevo aquel veneno que sabía que algún día me llevaría a la muerte, pero que por el momento me brindaba bienestar.
Una voz en mi cabeza me decía: “Marica, vas a llegar tarde”.

Cerré los ojos para tratar de calmarme, puse la cabeza entre mis manos, y a la vez apoyaba mis codos en las rodillas.
Sólo un grito cargado de llanto, logró sacarme de la calma que estaba alcanzando.

Giré mi cabeza lentamente hacia donde se encontraba el accidente como a diez autos delante de mí. Vi mucha gente, pero no pude ver a la persona que seguía gritando.

-- ¡A las familias de los que se chocaron se les acaba de cagar el año nuevo! – Me dijo un señor que venia de observar el accidente, y se dirigía hacia su automóvil.

Con lo que el desconocido me había dicho, deduje de inmediato que no era solo una persona muerta, sino que eran varias las personas afectadas por el accidente.

Me levante del bordillo y empecé a caminar donde se encontraba la multitud presenciando la tragedia.

-- !Huy marica! !Se le salieron todos los sesos a ese man! – Le gritaba un joven indigente a otro, sujetando con una mano una pequeña botella de pegamento para zapatos cerca de su boca, mientras le hacia señas con el otro brazo para que se acercara a ver lo que él ya había descubierto.

Al llegar al sitio del accidente, me di cuenta que era un choque de autos. Eran una camioneta Ford 150 que había colisionado contra un Renault Twingo de color azul. La peor parte como es de imaginarse la llevó el Renault.
Como pude me hice camino en medio de la gente, tratando de apreciar mejor aquel cuadro nada agradable de fin de año.
Era cierto lo que había gritado aquel indigente en su enajenación, y no logro imaginar en su “elevación” de que color pudo haber visto la sangre de aquel muchacho, pero lo que si puedo decir es que era un reguero de sangre y sesos en el pavimento.

-- ¡Menos mal que cogieron al comemierda ese que se pasó el semáforo en rojo! –Decía al aire una señora que vendía cigarrillos y chicles en la esquina de aquel semáforo violado. — ¡El es el único culpable de la desgracia de esos pobres jovencitos!

Cuando ella dijo eso me percate, que detrás del volante del Renault, se encontraba el cuerpo sin vida del joven que conducía. Tenia el cinturón de seguridad puesto, pero el impacto fue tan fuerte que ni eso lo pudo salvar. Deduzco que el golpe fue demasiado fuerte, por que en la silla de al lado del conductor, viajaba un joven que del impacto, atravesó el vidrio panorámico y fue a tener a la carretera como a siete o nueve metros del sitio de la colisión.

-- La señora que grita y llora, es la mamá del muchacho que venia manejando. Como que vive o estaba por aquí cerca por que no se demoro nada en llegar y ver a su pobre pelao allí. —Seguía diciendo aquella señora, como tratando de poner al tanto a aquellas personas que llegamos tarde, y que queríamos preguntar, pero no nos atrevíamos.

No muy lejos allí, podía escuchar Aníbal Velásquez seguir impregnando toda la atmósfera con su triste y premonitoria melodía.
Miré mi reloj y no era cierto lo que decía aquella canción. No faltaban cinco pa’ las doce. El año 2005 agonizaba, pues solo quedaban dos minutos para que hiciera su arribo el 2006... el año del mundial como le llamaba “proféticamente” mi papá.

Algo dentro de mí me hizo hacer un alto en la angustia por no llegar a tiempo a donde se encontraba mi familia, y empecé a darme cuenta que había cosas peores que mi retraso. Estaba presenciando el cuerpo de un joven que tenia a su madre a escasos metros de distancia, y que jamás podría volverle a desear un feliz año nuevo.

Mi móvil vibró. Como invocado por mi anterior pensamiento, mi padre me estaba llamando...

(Para leer la tercera parte de esta historia, de click aqui)

1 comentario:

Deisy dijo...

UY que intriga tan... esta chevere tu historia